martes, 21 de agosto de 2012

Soñé con un viaje al mar










Tenía rato que no les contaba uno de mis sueños, este lo tuve ayer y no podía dejar de pensar en el.
Originalmente planeaba ponerle una explicación a cada tira como normalmente hago... pero dado el surrealismo del sueño prefiero que piensen lo que ustedes quieran y no arruinarlo con explicaciones.

jueves, 16 de agosto de 2012

El travesti que llevo dentro


Yo sé que soy mujer, ustedes lo saben, mi familia lo sabe, pero el mundo… a veces no lo sabe. No lo culpo.

¡Mocoso!
La primera vez que recuerdo haber sido confundida con un niño, fue también la primera vez que me aventuraba a comprar sola a la tienda y la primera vez que casi me atropella un carro.
Estaba en la casa de mi abuelita Caro, muy cerca del centro. Recuerdo que mis primos y yo queríamos algo (no recuerdo qué) y yo, por ser la mayor, decidí salir al mundo sola (y sin permiso de nadie).
Obviamente mis padres y mis maestros me habían enseñado que debía voltear a ambos lados antes de cruzar la calle pero ¿lo hice? ¡Por supuesto que no! Porque voltear a ambos lados es para niñas, y claramente yo no lo era.



Mira que bonitos.
Mi primaria quedaba 1 calle arriba de la casa de mi abuelita Melita, la cual estaba enfrente de la parada de los autobuses.
Tenía una amiga en la primaria, que venia de otro pueblo y por ende tomaba el autobús para irse a su casa y normalmente caminábamos juntas porque íbamos para el mismo lado, pero entonces un día…



En esos tiempos no me causaba ninguna gracia que me confundieran con un niño, me causó menos gracia que pensaran que fuera “novio” de esa niña… Ni que hubiéramos ido de la mano (costumbre común entre niñas de primaria que yo siempre odie). 

Sin embargo, probablemente pasé toda mi secundaria y prepa sin que me confundieran por un hombre, porque casi siempre tuve el cabello de un largo suficientemente femenino… eso no evitaba que me dijeran machorra.

El regreso del mocoso

Cuando salí de la prepa era el momento perfecto para hacer algo que había querido hacer por mucho tiempo: Cortarme el pelo.
Ya saben, ciudad nueva, comenzar de cero, ameritaba cortarme el cabello lo más corto que podía (Definitivamente no era lo más corto posible, lo he tenido más corto que esa vez).
Un día fui al cine con dos amigos, y al salir del cine fuimos interceptados por algunas chicas vendiendo unos portalápices horrendos.



Desgraciadamente para mi, mucha gente pensaba que era un muchacho emo, no tenía la vestimenta emo, pero si el cabello… aunque dejé de peinarme así por miedo a que un día me agarraran a madrasos, era la época en que pasaban en las noticias como las otras tribus urbanas linchaban a los emos.

Blasfemia en la iglesia

Una de mis mejores anécdotas pasó en una iglesia, seguía siendo mi primer semestre en la uni y supongo que aún no tenía amistades fijas, porque andaba en el centro yo sola, aunque no soy católica y si soy poblana, sólo recordaba haber entrado en la catedral una vez en mi vida cuando era pequeña y mientras vagaba ese día por la ciudad sin rumbo decidí entrar a checarla de nuevo (La verdad es que es muy bonita).

Llevaba puestos unos pantalones holgados y rotos, mi cabello aún medio emo y una playera sin mangas con la que considero se nota perfectamente que tengo boobs… Pero bueno, lo entiendo, hoy en día tener boobs no implica que seas mujer. Dejen que les explique: 
Paseaba por la catedral cuando vi a una monjita, caminando con una señora, en dirección a la puerta cuando nuestras miradas se cruzaron; me miro… con una mezcla de horror, indignación y algo más.


No dejo de acecharme hasta que salí de la iglesia, y les juro que más de una vez voltee para encontrarme con ella mirándome de manera extraña…
No puedo asegurar que me viera así por creer que traía boobs postizas, pero el hecho de que me viera la cara y las boobs constantemente me dejó esa impresión.

En fin…